La ansiedad o miedo son emociones normales y adaptativas que nos ayudan a enfrentarnos a situaciones potencialmente peligrosas o estresantes. Los síntomas psicológicos de la ansiedad son la incertidumbre, sensibilidad al ruido, dificultad de concentración, pensamientos repetitivos e inquietantes, preocupaciones irracionales etc. Los síntomas físicos son la hiperactividad del sistema nervioso simpático y el incremento de la tensión en los músculos esqueléticos. Esta combinación es el cóctel perfecto para desencadenar molestias gastrointestinales, hiperventilación, taquicardia, urgencia urinaria, temblor, contracturas y alteraciones del sueño.

¿Para qué ocurre todo esto? Para poder llevar a cabo una respuesta conductual rápida a una situación de peligro para la vida, luchar o huir. Esta respuesta es responsabilidad de una de las partes más antiguas del cerebro, la amígdala. Este pequeño órgano con forma de almendra lo compartimos con los reptiles y mamíferos. Por ejemplo, un ratón ante un peligro huirá, luchará o se quedará paralizado . En nuestro caso el cerebro humano esta más evolucionado y es más complejo que el del ratón y nuestra corteza prefrontal juega un papel importante ante la emoción del miedo. La amígdala se va a encargar de percibir, evaluar y expresar la emoción; una vez aquí nuestra corteza prefrontal debe decidir si debe seguir adelante con lo que le propone la amígdala o detener la respuesta a la emoción de forma consciente.

Una competición deportiva es un acontecimiento estresante por sí mismo y nuestro cerebro, si se lo permitimos, lo va a interpretar como un peligro y pondrá a nuestra disposición todos los recursos necesarios para luchar, huir o paralizarnos. Dejar que la amígdala tome el control es la respuesta mas fácil y rápida gracias a que nuestros antepasados se encargaron de dejarlo grabado en nuestros genes después de sobrevivir a multitud de leones y otras fieras. La evaluación e interpretación consciente de un estímulo estresante es mas difícil y lento y requiere un aprendizaje y entrenamiento. Si no fuera así, los fármacos ansiolíticos como las benzodiacepinas o la marihuana no estarían clasificadas dentro de las sustancias dopantes. 

Una forma para trabajar la ansiedad competición es con técnicas de visualización con las que activaremos los mismos circuitos neuronales que cuando vamos a competir, el cerebro no sabe diferenciar si lo estamos realizando realmente o si lo hacemos en imaginación, de esta forma podremos enseñarle a nuestro cerebro una nueva interpretación sobre la competición y nuestra ansiedad disminuirá. También ayuda tener un juego definido a la hora de empezar. Por ejemplo en el Brazilian jiu jitsu, que es mi deporte, te puede ser de ayuda tener planeado y entrenado con visualización empezar tu lucha derribando, o tener claro que vas a buscar hacer guardia o cualquiera que sea tu estrategia, aunque luego a la hora de la verdad dependas también de como se comporte tu oponente, pero el definir tu juego o tener un game plan te ayudara a estar enfocado y no dejar que tu cerebro se distraiga con el miedo.